Uno de los sucesos más traumáticos que podemos vivir los que somos dueños de mascotas es descubrir que nuestra mascota está perdida.
Los estilos de vida que llevamos, con su ajetreo diario y sus imprevistos nos predisponen a olvidos y a descuidos, lo cual puede causar que olvidemos cerrar un portón, una puerta o una ventana. En esta época navideña, los fuegos artificiales y las parrandas musicales aumentan la ansiedad en nuestras mascotas, y la probabilidad de que traten de escapar de sonidos que los asustan.

El microchip consiste en una minúscula cápsula que mide 2 mm x 12 mm.
La probabilidad de recuperar a una mascota perdida depende de muchos factores, entre ellos el vecindario donde vive (urbanización vs. campo), el tiempo que ha pasado desde que se descubrió su ausencia (a mayor tiempo, menor la posibilidad de encontrarla), el acceso a carreteras o vías públicas (asociadas a tasas de mortalidad elevadas), la docilidad de la mascota (los más dóciles se encuentran más rápido) y la identificación que pueda llevar.
Por otra parte, los animales perdidos, y sus crías, representan una importante porción de la población de animales realengos que tenemos en el país.
En el pasado, los animales se identificaban por collares, chapas que contienen información de éstos, tatuajes, o marcas de hierro (carimbo). Cada uno de estos métodos tiene sus puntos positivos y negativos, y su uso depende de consideraciones de costo y fiabilidad.
En el caso de las especies menores (caninos y felinos) los collares con o sin chapa (que en cierto modo son casi como vestimenta) se caen (en especial en el caso de los gatos, que usan collares de seguridad que se abren fácilmente), se rompen, o se deterioran al punto que ya no sirven como identificación. Los tatuajes sobre la piel pueden borrarse con el tiempo, a veces requieren anestesia, y no ofrecen información suficiente para devolver la mascota a su hogar. La característica más importante de cualquier método de identificación de un animal es su permanencia.
Hoy contamos con una excelente alternativa, el microchip.
Consiste en una minúscula cápsula (2 mm x 12 mm) que se deposita debajo de la piel mediante una inyección. El microchip contiene una cifra de 15 números en formato digital que puede leerse fácilmente con un “scanner”. El número está asociado con la información de contacto que determine el dueño, sea número de teléfono, dirección física o cibernética, etc. y almacenado en el veterinario que lo aplicó, o en la compañía que lo produce. Al encontrarse una mascota perdida, con el número de identificación se contacta a la compañía, quien provee la información de contacto designada.

«Caruso, qué bueno que ya estas aquí.»
El microchip es seguro, permanente, inerte (no causa reacción en el cuerpo) y es fácil de aplicar.
Toda mascota debería gozar de la protección de una identificación adecuada. Una población animal correcta y permanentemente identificada es el primer paso para controlar la sobrepoblación animal y reducir el gran número de comunidades de animales huérfanos que sobreviven en nuestros entornos.

Los gatos también llevan su microchip.
Si deseas saber mas sobre los beneficios de ponerle un microchip a tu mascota, te invitamos a acceder al siguiente enlace de AAHA (American Animal Hospital Association).